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GUÍA DE APOYO A PADRES PARA EVITAR EL ESTRÉS EN LOS NIÑOS DURANTE LA CUARENTENA POR EL CORONAVIRUS

  • Foto del escritor: Liceo San Pablo
    Liceo San Pablo
  • 1 abr 2020
  • 13 Min. de lectura

Todos, incluidos nuestros pequeños, nos hemos preocupado por la posibilidad de contagiarnos por el famoso COVID-19. Los adultos reconocen su malestar y son capaces de relacionar sus pensamientos con sus emociones. Los niños, según su edad, no son capaces de reconocer la fuente de su malestar, pero también tienen preocupaciones y sienten estrés, en alguna medida, en algún momento de su vida.

En este artículo te daremos consejos para que esto no ocurra ante esta situación de cuarentena.

Vaya por delante, que los niños tienen una capacidad de adaptación sorprendente y esta reclusión forzada puede ser un buen momento para aprender algo y hacerse más competentes. En esta guía daremos unas nociones de cómo detectar estrés en nuestros hijos y cómo prevenir su aparición.

Fuentes de estrés

El estrés es el resultado en nuestro cuerpo de la evaluación que hace nuestro cerebro sobre una situación, al considerarla como algo amenazante. El estrés puede afectar a cualquier persona que sienta que no tiene estrategias para enfrentarse a algo y desde luego en este momento; esta idea se les pasa a muchas personas por la cabeza, también a los más pequeños. La incertidumbre sobre lo que va a ocurrir con este virus nos genera miedo.

El estrés de los niños aumenta, tanto por lo que sucede en su propia vida como por lo que ve a su alrededor, y suele ser reactivo a situaciones externas. Comienza por preocupación intensa y puede terminar en ansiedad.

Esta situación de cuarentena les provoca una reacción y de nosotros depende cómo sea la misma. El objetivo es asegurar que se adapten rápido a esta situación y que no les pase factura.

Cuidado con nuestros comentarios exagerados y catastrofistas sobre cualquier situación, hay que intentar evitarlos. Pero además somos el modelo en que se fijan nuestros hijos para poder procesar e interpretar lo que está ocurriendo a su alrededor.

El miedo, por definición, en psicopatología es irracional. Es decir, se basa el ideas o pensamientos poco racionales, con pocas pruebas o evidencias a su favor. Así que, una de las primeras estrategias a adoptar en esta situación con nuestros hijos es aportar a los niños información comprensible sobre lo que está ocurriendo con el virus, adaptada a su edad y grado de madurez. Podemos utilizar la comparación de algo conocido para ellos, como una gripe. Importante resaltar la prevención del contagio y la posibilidad de evitar la enfermedad: “Hay un nuevo bicho, pequeño, se llaman virus y algunos provocan enfermedades. A este lo han llamado COVID-19 y para evitar que nos pegue la enfermedad tenemos que quedarnos en casa una temporada.”

Esta explicación es fundamental, pues van a observar que acontecen cambios en su vida cotidiana: no ir al colegio, no ver a los amigos, no poder jugar fuera de casa…Hay que resaltar la idea de que es un virus peligroso y por ello en esta ocasión todos los niños han de quedarse en casa sin cole y muchas mamás y papás no van a trabajar.

Una forma práctica de comenzar a dar esta información es preguntarles antes y comprobar qué saben: “¿Han hablado en el cole de este virus? ¿Qué te preocupa’”

Si en su entorno cercano existen personas aisladas en cuarentena también se hace necesario explicarles la razón; y debemos resaltar la idea de evitar que puedan contagiar a otras personas.

De nuevo es bueno recurrir a alguna experiencia cercana a su vidas; algún periodo en que ellos o alguno de sus amigos han tenido que dejar de ir a clase por alguna enfermedad o permanecer en reposo tras una lesión o intoxicación: “Se tiene que quedar en casa unos días para curarse y que no contagie a otras personas” “Algunas enfermedades se pegan, aunque otras no, pero en este caso no puede venir gente a visitarnos y tampoco nosotros podemos ver a los amigos y a la familia.”

Cuidado con transmitir la falsa idea de que todas las enfermedades se contagian: solo algunas, y con ellas hay que tener algunas precauciones. Asociada a esta idea sería conveniente resaltar las estrategias de prevención y los cuidados que tenemos que tener para evitar el contagio.

Los padres deben tener en cuenta la manera en que hablan sobre estos problemas cuando sus hijos están cerca, porque los niños reconocerán la ansiedad de los padres y comenzarán a preocuparse si no somos cuidadosos con nuestras expresiones. Hay que evitar comentarios exagerados y catastrofistas: “Qué horror…verás lo que viene…es un desastre…qué miedo” … o frases similares.

Las noticias repetidas de los medios de comunicación pueden también causar estrés. Los niños que ven imágenes perturbadoras por televisión o que escuchan hablar sobre muertes y número de contagiados pueden preocuparse por su propia seguridad y la de las personas que quieren. Imprescindible dar información antes de permitirles ver esas noticias para que puedan interpretarlas y adaptarse a ellas: “Si quieres saber más sobre este virus pregúntame, prefiero ser yo quien te lo cuente, no hace falta que estés todo el día mirando la tele o el ordenador.”

Por debajo de los 6 años no es recomendable que tengan acceso a todas las noticias que difunden los medios de comunicación, y entre los 6 y los 9 años es necesario darles una explicación previa sobre la que poder recolocar la información que reciben. En ningún caso conviene que sean expuestos a un bombardeo de noticias sobre el mismo asunto.

También debemos tener en cuenta los acontecimientos cercanos que pueden hacer relacionar al niño las noticias que escucha con situaciones recientemente vividas (un accidente, una enfermedad grave o un ingreso hospitalario, la muerte de un ser querido o un divorcio…), que pueden magnificar el malestar.

Es bueno que ayudemos a los niños no sólo a tener información, sino también a razonar juntos y ayudarles a sacar conclusiones que les puedan transmitir calma. Aprovechemos para enseñarles a razonar: “Si hacemos lo que nos dicen los médicos y nos quedamos en casa es muy difícil contagiarnos, pero, si alguno de nosotros enferma, nos pondrán un tratamiento con medicinas y, si nos ponemos más malitos, nos llevan al hospital.”

Es necesario que en nuestras explicaciones integremos algunos de los datos y evidencias que los niños han escuchado en los medios de comunicación o en nuestras conversaciones, pero de una forma ordenada y con sentido: “Hay personas más débiles que necesitan mas tratamiento y eso se hace en los hospitales, para que estén mejor cuidadas y observadas por los médicos.”

Después de darles la explicación, si siguen preguntando responderemos, si no insisten, no debemos tampoco insistir en continuar hablando del tema. Puede ser útil utilizar algunos recursos como cuentos o fábulas que hagan más cercana y comprensible la situación. El colegio de Psicólogos de Madrid ha editado un cuento llamado Rosa contra el Virus para niños entre 4 y 10 años.

Signos de estrés

La cuarentena no tiene porqué generar estrés, en la mayor parte de los niños, pero sí preocupación. Si hemos podido explicar de forma clara lo que ocurre, no aparecerán signos externos de ansiedad. A lo largo de los días se les hará difícil no poder salir de casa y, por tanto, es bueno estar preparados y llenos de ideas.

La preocupación en los niños puede traducirse y observarse por las preguntas que nos hacen o por lo callados que están. Si esto último es lo que observamos, mejor preguntarles nosotros. Si los vemos tristes, preocupados o con muchas preguntas sobre el mismo tema algo pasa. Momento de ayudarles a relajarse, distraerse o generar pensamientos alternativos positivos como los descritos.

Reconocer el estrés en los niños no es fácil, pero si podemos observar algunos cambios en su conducta que nos den pistas. Cambios de humor, mayor irritabilidad, más quejas y protestas, rabietas más frecuentes, cambio en los patrones del sueño o el hecho de mojar la cama, pueden ser indicaciones. Algunos niños notan cambios fisiológicos como sensación de inquietud interior, sensación de bola en la garganta, presión en el pecho, mareo o malestar en la tripa. Otros pueden experimentar dolor de estómago y dolor de cabeza. Algunos tienen problemas para concentrarse o terminar la tarea escolar. Otros niños se abstraen o pasan mucho tiempo solos.

La ansiedad es como una botella de aceite, mejor que este contenida en el recipiente, si se sale lo mancha todo.

Los niños más pequeños pueden mostrar signos de inmadurez, como chuparse el dedo, tics ocasionales o meterse el dedo en la nariz. Los más mayores pueden mostrarse irritables y enfadados, mentir, agredir a otras personas o desafiar la autoridad. Un niño estresado también puede tener pesadillas, dificultad para irse de su lado, reacciones exageradas, rabietas frente a problemas menores y cambios en su rendimiento académico.

Trucos para evitar la aparición del estrés durante la cuarentena en nuestros hijos

1.Comenzaremos por recomendar crear un plan de actividades, por escrito, en una cartulina o en un folio, junto a los niños. Es importante presentarlo de forma visual y que quede a la vista. Pintaremos los 7 días de la semana y cada día dividido en dos (mañana y tarde) y colocaremos en cada día una serie de cuadrados o círculos que representan actividades y momentos importantes, poniendo dentro de esa figura lo que haremos: un rato para jugar, otro para leer, otro para deberes…Hemos de diseñar el día e intentar seguir el plan.

Podemos jugar con la forma de las cajitas y que cada forma identifique un tipo de actividad: los cuadrados escolares, los círculos juegos, los triángulos actividades nuevas…etc. Si nuestro cerebro planifica lo que haremos es más fácil hacerlo. No hace falta ser concreto en los horarios, pero sí en la actividad. Hay que introducir acciones divertidas, que sabemos que les gustan, y otras novedosas, que no han hecho antes con nosotros, como puede ser ayudar a arreglar algo en casa, pintar con papel continuo en la pared, inventarnos un juego, hacer una gymkana por toda la casa o realizar juntos manualidades nuevas. Es también necesario dejar espacios de descanso, libres de actividades y sin nada programado -luego explicamos por qué-. Recordad fijar el tiempo de deberes o de esfuerzo en nuestro plan.

2. Dediquemos un rato al día a leer, a ser posible algo nuevo, cuentos no conocidos que les obliguen a seguir una historia y acordarse de los personajes que van descubriendo. Hay muchas ideas y enlaces en internet. Podemos también inventarnos uno cuento o una historia.

3.También sería recomendable escribir un pequeño resumen de lo que hacemos, al final del día, a modo de diario y jugar a grabarlo con el móvil, en audio o en video: Día 1…Día 2… contando anécdotas divertidas y las actividades realizadas. Al grabarlo, obligamos a los peques a ejercitar la memoria secuencial y ordenar lo vivido en el día para contarlo a otros, esos que no ven pero que saben que están. Podemos además enviar nuestro trabajo a los familiares y amigos.

4. Ejercitemos nuestra atención y nuestra memoria: con juegos sencillos, el juego de esconder cosas y encontrarlas: se trata de esconder en diferentes lugares de la casa, mientras ellos nos observan, varios objetos (a ser posibles iguales: lápices de colores, bolitas de papel…cromos). La tarea consiste en encontrarlos todos después: A mayor número de objetos, más difícil la tarea. Podemos alternar quién esconde y quién encuentra. Podemos también jugar a descubrir qué número o letra te pinto (con el dedo o con un lápiz con poca punta) en la espalda sin que el niño lo pueda ver y sólo con la información que nos aporta nuestra piel descubrir de que letra o número se trataba (en función de la edad también podemos hacerlo con los ojos cerrados en los muslos o los antebrazos), jugar a imitar nuestros movimientos o a descubrir qué animal estamos intentando representar con nuestro cuerpo. Podemos bajarnos fichas de internet para entrenar la atención y hacerlas juntos (mejor que ellos elijan entre las que les ofrecemos). Hagamos fotos con el móvil varias a lo largo del día y después de varios días juguemos a ordenarlas temporalmente, de esta manera entrenamos su memoria a medio plazo y la capacidad de secuenciar temporalmente lo vivido.

5. Hablemos por teléfono o hagamos videollamada con nuestros familiares y con otros niños del colegio y amigos. Esto normalizará la situación y nos ayudará a admitir que lo que vivimos es algo generalizado. Nos ofrecerá también cierto grado de calma, pensar que a todos les ocurre lo mismo, que somos un grupo. Es importante que vean la cara de sus familiares y escuchen su voz. Ayudarles a que aprendan a hacer preguntas a sus interlocutores y no solo a hablar de ellos mismos (así entrenamos su empatía).

6. Prevenir la exposición a las noticias repetidas que ofrecen los medios de comunicación, analizando el número de contagiados y fallecimientos. Resaltar la idea de que esta situación es transitoria y que los virus se pueden curar y lo más importante, prevenir su contagio. Bombardearles con estos datos no ayuda en nada, sobre todo porque son un sesgo de la realidad. Hazle partícipe de los ejemplos de solidaridad y de actitudes positivas de muchas personas.

7. Crear un sistema de recompensas con fichas de colores y firmar un trato por escrito que nos ayude a facilitar conductas adecuadas y positivas (hacer caso a la primera, hacer los deberes, leer un rato, no quejarse, desenfadarse solo, ayudar en tareas de casa…) y evite la aparición de conductas inadecuadas. Por cada conducta positiva una tarjeta verde, que podemos canjear por actividades divertidas, privilegios o regalos al final del día o tras varios días. Mejor que tengan entidad física, para poder ser contadas y guardadas, eso les ayuda a estimar su esfuerzo.

8. Entrenarles en las conductas de prevención, no las den por sabidas: lavarnos de forma correcta las manos, tapándonos al toser o estornudar con el codo, no tocarnos los ojos, nariz y boca. Les recomendamos introducirlas en el sistema de recompensas, para facilitar la instauración de estas conductas. Podemos crear un registro en una hoja de papel de cómo vamos con los puntos. Inventemos cada día el juego de detectar donde vive el virus y cuales son los lugares que mas les gustan, y de paso pensemos en cómo evitar el contagio de esa situación particular. Superpoderes para investigar donde vive el virus.

9. Cocinar juntos y fomentar que asuman alguna parte del proceso de la elaboración de una receta. Buscar nuevas recetas, preguntar a las abuelas, diseñar los menús de la semana juntos, aprovechar para poder hablar de lo importante que es lo que comemos y como contribuye a garantizar nuestra salud. Ayudarles a pensar con los ingredientes que ven en la nevera o en los armarios, qué cosas podríamos cocinar y entrenarles en algún plato sencillo. De esta manera, entrenamos su capacidad de programar y planificar.

10. Desarrollar la creatividad, pintar, diseñar, construir, inventarnos juegos y manualidades, decorar la habitación con nuevas ideas, puede sernos útil buscar ejemplos en internet y adaptarlos, seguro que les animará la idea y nos ayuda a fomentar su creatividad. Los huecos sin actividad en nuestro calendario pueden forzar que se vean obligados a pensar qué hacer. Si no tienen muchas iniciativas y argumentan la temida frase “me aburro”, debemos sugerir nosotros algunas: moldear con plastilina, fabricarnos lápices decorados para la vuelta al cole, crearnos nuestro propio botiquín para llevar a clase (Con toallitas desinfectantes…!), fabricarnos un bote de la tranquilidad ( un frasco con tapa donde meter agua, purpurina y unas gotitas de aceite y poder utilizarlo como estrategia de desenfado, para medir el tiempo que tarda la purpurina en depositarse en el fondo). Inventemos un cuento: De unos niños que tienen que quedarse unos cuantos días en casa para no contagiarse de una enfermedad…

Al expresarnos con su cuerpo también les ayudamos a expresar lo que sienten.

11. Jugar juntos a juegos de mesa, algunos de los que ya conocen, pero también puede ser un buen momento para enseñarles alguno nuevo. Por ejemplo, juegos de mimo, o de adivinar expresiones y emociones. Juegos de mesa a los que no saben jugar, fabricar nuestros propios puzles con dibujos o fotos sacadas de internet. Muy interesante jugar a las construcciones, las maquetas y los rompecabezas porque ayudan a entrenar nuestra atención y nuestro razonamiento abstracto. Aquí no se trata de crear, sino de copiar el modelo.

12. Hacer ejercicio: diseñar alguna tabla de ejercicios o seguir algunos de los tutoriales que hay en Youtube. Diseñar para ellos una gimkana por toda la casa con estaciones y paradas donde tenemos que hacer determinado ejercicio. Por ejemplo, pintamos un número en cada folio y lo repartimos por la casa, en cada uno de ellos nos corresponde una tarea (a ser posible divertidas…por aquí hacemos un túnel con las sillas y hay que pasar reptando, por allá hay que ir a cuatro patas o imitando algún animal). La novedad nos ayuda a que participen y podemos jugar a inventar usos diferentes de nuestros objetos y muebles cotidianos.

13. Entrenemos la coordinación y la psicomotricidad, con juegos sencillos pero orientados a mejorar la motricidad y la coordinación de brazos y piernas. Jugar a ver quién da más botes seguidos a una pequeña pelota (que no haga mucho ruido), andar sobre una línea pintada en el suelo y hacer equilibrio con un pie detrás de otro, aguantar en la pata coja unos segundos, andar de puntillas hasta la cocina, o andar saltando, andar hacia atrás…, es una manera divertida de entrenar el equilibrio y la psicomotricidad.

14. Podemos aprovechar estos días para aprender relajación o alguna técnica de respiración para niños, que nos serán muy útiles si la situación se alarga en el tiempo. Hay varios tutoriales en internet y aplicaciones para móviles que nos pueden ayudar. La técnica más sencilla consiste en tumbarnos y poner las manos en la tripa, a la altura del ombligo y concentrarnos en notar si al coger aire nuestro abdomen se hincha un poco y al soltarlo se deshincha. Podemos ponernos en situación y jugar con la imaginación pensando que estamos en un sitio bonito y relajante (mejor preguntar a los peques antes de hacer el ejercicio, cual es el sitio que prefieren…playa…pradera…montaña…nieve…). Hay que entrenarles en que la respiración sea calmada y lenta, sin esfuerzo. Podemos ayudarnos y poner un folio en la tripa y comprobar cómo se mueve al respirar o un pequeño peluche. Baños con espuma, sesiones de masajes o ejercicios de yoga.

Hay varios ejercicios de relajación para niños, uno de ellos más conocidos el método Koeppen, que les enseña a diferenciar estados de tensión y estados de calma y relajación, enseñándoles a buscar la calma después de identificar la tensión. El juego de imaginar que exprimimos un limón con nuestra mano, primero apretando fuerte y sacando su jugo y después dejando la mano relajada; el gato perezoso que se estira con sus brazos hacía arriba y deja después que se relajen su espalda y sus manitas; la tortuga miedosa que esconde su cabeza, manos y pies hasta que nota que está más tranquila y ha pasado la tensión (resaltando la idea de que estamos más cómodos cuando no notamos la tensión y nos relajamos).

15. Ayudemos en casa con algunas tareas. Es un buen momento para colaborar en realizar tareas y para entrenarles en iniciar algunas a las que aún no se han enfrentado. Sentir que son capaces de ayudar les hará sentirse bien. La sensación de autonomía mejora la estima y es un poderoso refuerzo para seguir implicándose en nuevas tareas. Especialmente útiles aquellas que pueden ayudar a nuestro cerebro a planificar, organizar o colocar: hacer la lista de lo que se necesita comprar, poner o recoger la mesa, colocar la ropa en el armario o los cajones, cocinar, clasificar y guardar lo comprado…

16. Escuchemos música juntos, cantemos, juguemos a imitar, toquemos instrumentos. Podemos cantar las canciones que vemos en la tele que los adultos utilizan para enfrentarse al miedo y disfrutar con un rato de baile improvisado.

17. Inventemos nuevas situaciones: dormir en el salón moviendo los muebles, hacernos una tienda de campaña con unas sabanas, dormir con mantas o sacos de dormir en lugares decorados por ellos, a modo de acampada casera, o descubrir juntos cómo dormir si no tuviéramos cama y deseáramos fabricarnos una (nos dá pié a pensar en los que no tienen nada y en la importancia de la solidaridad).

18. Es el momento de dar un extra de Atención, dedicándoles tiempo, hablando y jugando juntos, mostrando cariño y haciéndoles sentir capaces.

Para finalizar recuerden que todos reaccionamos ante esta situación: cierto nivel de estrés es normal. Hágales saber que está bien sentir enojo, temor, soledad o ansiedad y que otras personas comparten esos sentimientos. Lo importante es saber qué hacemos con esas emociones y cómo buscar una forma de aceptarlas o de enfrentarlas si nos generan mucho malestar. El descanso adecuado y la nutrición correcta nos ayudarán.




 
 
 

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